jueves, 23 de julio de 2020

Pandemia 2020

Este momento decisivo de la humanidad, donde los hábitos y las certezas han quedado en puntos suspensivos, a propósito de la pandemia que hoy nos azota como civilización,  es lo que permitió la producción de este registro visual que hoy presento. 

La percepción siempre es autoral. La objetividad no existe, pero el arte nos permite comunicarnos desde un ámbito más profundo que la mera descripción de los hechos. Por eso, durante este centenar de días y noches, hemos dispuesto los sentidos y la voluntad, para desarrollar una mirada panóptica, de esta compleja e inolvidable realidad. Asumí la confusión como estrategia. Una especie de cadaver exquisito al mejor estilo Dada, alimentado de toda la polémica información de redes sociales, mensajes de WhatsApp, imágenes multiplicadas al infinito, como una contemporánea torre de Babel virtual

Por ello, me di  la tarea de configurar un diario visual, que me permitía hacer el viaje desde dentro y en el afuera, con la misma intensidad y contención que de seguro es común a todos. Y esa idea del sentimiento común,  ese corpus de manada humana, donde todos sin excepción,  (sin importar la condición económica, el color de piel, la geografía o la religión ), fue lo que me permitió trabajar febrilmente. Separé cada motivo, describiendo las señales distintivas de cada país. Por ejemplo, en Zurich, donde vivo y trabajo, decretaron la cuarentena voluntaria bajo el esquema de "situación extraordinaria ". Y las calles que eran ríos de turistas, quedaron desoladas, y el ícono de la ciudad, el "Karl Der Grosse", se convirtió en un objeto  mudo de observadores.

Italia y España enfrentaron el coronavirus con optimismo, el arte brotó desde los balcones y ventanas al igual que las  flores de primavera, los actos de solidaridad se multiplicaron y quedaron registrados en imágenes que recorrieron el mundo.    Las aguas de los canales de Venecia volvieron a ser cristalinas, y se vio en ellos el retorno de delfines y otras especies marinas. 

Los exacerbados y agoreros discursos de algunos políticos, causaron en mí,  una gran desazón (estamos acostumbrados a asumir la voz de autoridad, como una verdad indiscutible). Por ejemplo, la alocución de Ángela Merkel, donde señalaba sin ambages, que el 70% de los alemanes estaban destinados a contagiarse del virus. O el Papa Francisco suspendiendo toda actividad de la Semana Santa, fueron inspiración para volcar el temor.

El cierre del Louvre y la bohemia Paris, militarizada, nos sorprendió a todos.

Cada espacio fronterizo,  que llamamos país,  se vistió  de su estrategia, de su particular reacción cultural. Holanda, por ejemplo, optó por el "confinamiento inteligente ", sin grandes apasionamientos, ni exageraciones, rechazando las medidas estrictas de países vecinos. Parecido a los ingleses, negando la realidad, hasta que el primer ministro sufrió del contagio, y la realidad los volvió plebeyos, y le dieron un vuelco al paradigma.  Mientras la eterna Reina Isabel, buscaba la calma de sus súbditos con aquella ingenua y romántica frase " si permanecemos unidos y decididos, lo superaremos"

Entonces el virus, llegó a América.  La gran manzana  se convirtió en su centro pandémico.  El sueño americano mostró su cara más oscura. Cifras alarmantes de muertes, fosas comunes, sistemas de salud debilitados, desempleo en auge,  incremento de ayudas sociales,  y la solapada contención social, (arquetipo de primer mundo), hecho jirones por el asesinato de un hombre afrodescendiente víctima de la violencia policial, y reivindicado por el video casero,  que se hizo viral.  Otro orden. Los habitantes de la tierra de la libertad, levantaron sus ánimos y sus voces en contra del racismo.

Y mientras Estados Unidos ardía,  Canadá y toda nuestra América era tocada por el covid 19. El virus se fortalece con la pobreza. Por ello desde México a Brasil,  el caldo de cultivo fue óptimo para la propagación. Ambos países,  fueron cuestionados por su reticencia a tomar medidas drásticas de confinamiento,  y poner como prioridad la economía.

Entre acusaciones, cifras, secretos y cambios de estrategias, los comunes sorteamos una pandemia comunicacional. Rusia se le acusa de maquillar las cifras reales de contagiados, mientras China se le acusa de no dar una alerta temprana sobre la gravedad del virus. Hasta la impoluta Organización Mundial de la Salud, es tildada de mentir y entrar en complicidad con el gigante asiático.

La Mística India comienza a recorrer el camino del padecimiento, las proyecciones no se ven nada bien, pero la fuerza  de sus creencias los mantienen incólume por el paso de este camino de espinas. 

En este mundo sin medida,  mis pensamientos se encuentran en mi amada Venezuela,  centro de la atención noticiosa mundial, no sería en esta oportunidad la excepción. Venezuela que ya estaba sumida en una crisis económica y política, que confiere a todo el que habita en ese país, la mayor de las fragilidades; se enfrenta en esta oportunidad a la avalancha del retorno de los Venezolanos migrantes de países vecinos, huyendo de la xenofobia, el hambre y por supuesto el virus.  En momentos de pandemia,  la mano familiar  es el refugio.  Así,  vuelven caminando a un destino tan incierto como el de cualquier humano, pues la tierra dejó de ser un lugar seguro.

Y quizás por ello, y por la necesidad de escapar a un otro mundo, aparecen avistamientos de OVNIS por doquier.  Videos y fotografías desde celulares inundan ese gran hermano llamado redes sociales.

Hoy 21 de junio de este incierto 2020, tengo un deseo. Y pido la voz prestada de este autor, para expresarlo.  “Si yo tuviese que desear algo, no desearía riquezas ni poder, sino la pasión de la posibilidad, el ojo que en todas partes ve la posibilidad eternamente joven, eternamente ardiente. El placer decepciona, la posibilidad, no.”
(Soren Kierkegaard)

                                                                                                                                                                  Honys Torres


















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