TinMaríndeDosPingüe

¿Con cuál de las dos me quedo?

Dejar la infancia y seguir siendo niños no es tarea fácil; sin embargo, los seres humanos seguimos atados a la infancia de alguna manera, porque en el acto de jugar siempre está presente hasta en las personas más serias. Las manifestaciones lúdicas, conscientes o inconscientes, declaradas o solapadas, producen siempre placer. En la mayoría de las actividades del hombre encontramos esa evidencia expresada de distintas maneras, aunque sea sólo a través del humor en un delicioso juego con palabras. Las creaciones plásticas generalmente son producto del juego: modelar, ensamblar, tallar, diseñar, captar una imagen, colorear, dibujar; todas son acciones para el goce espiritual que nos conectan con ese estado de éxtasis y suelta las riendas a la imaginación; centro y epicentro del juego.

Honys Torres es una niña grande, además maliciosa, que se ha inventado un mundo para adultos sobre un soporte infantil, sin dejar por fuera el disfrute de una aparente inocencia. Junto a esa misma visión, ha conseguido un aliado: Clemente Martínez, quien le viene siguiendo la travesura hasta encontrarse en un mismo espacio para conjugar sus lenguajes en el trazado dual de la elección: Tin Marín de dos pingüé. Los niños no tienen dudas y los adultos tampoco. Líneas dispersas cuidadosamente al abandono van halándonos hacia ese momento primario de la vida. Estallido de colores en la piel artificial de algunos personajes, altamente conocidos mediante la pantalla, discusiones escolares en franca analogía con un discurso altisonante, profundamente incrustado en el diario devenir.

El Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez ofrece una nueva excusa para el regocijo, con un planteamiento muy serio que nos va a permitir reflexionar sobre lo que somos y hacemos, de una manera divertida. Seguramente provocará jugar, animando la fantasía con un motivo distinto para la creación plástica.

Reina Rada

Directora del Museo de Arte

Contemporáneo Francisco Narváez